lunes, 5 de junio de 2017

Musica Cinematográfica


Musica Cinematográfica













Por música cinematográfica, o música incidental se entiende toda música, por lo general orquestada e instrumental, compuesta específicamente para acompañar las escenas de una película y apoyar la narración cinematográfica.

La música incidental (comúnmente llamada "score" en inglés) consiste en las composiciones que realzan y complementan la mayoría de las escenas en el filme como música de fondo, por lo general compuestas por músicos especializados en este tipo de obras: Ennio Morricone, Jerry Goldsmith, Hans Zimmer, John Powell, John Williams, Basil Poledouris, Alex North, Elmer Bernstein, o John Barry son artistas claramente asociados a la música cinematográfica.

Del mismo modo, muchos músicos de Jazz, Pop o Rock han incursionado en la composición de música para cine por encargo, por ejemplo -entre muchos otros- el guitarrista Jimmy Page con Death Wish 2, el grupo Toto con Dune, Pink Floyd con Music from the Film More, o muy especialmente el grupo alemán Tangerine Dream, el cual ha alternado sus álbumes con la realización de música para cine de manera constante, desde los años 70s.



A diferencia de la banda sonora (en inglés, soundtrack), que suele incorporar canciones de cualquier artista elegidas especialmente por el director y que son utilizadas en el filme, a menudo incorporando sólo un fragmento, la música incidental es generalmente una obra integral, similar en estructura a la música clásica, orquestada, instrumental, larga, de carácter cíclico y con un tema central recurrente, todo lo cual se encadena a las escenas de principio a fin y, a la vez, establece un vínculo narrativo continuo con el discurso cinematográfico. También es posible encontrar música incidental cantada (como en el citado caso de Pink Floyd), o eminentemente Electrónica, por ejemplo el "score" del músico griego Vangelis para la cinta Blade Runner.

La confusión entre banda de sonido y música cinematográfica, en español, es precisamente de origen semántico, al no tener nuestro idioma palabras específicas que distingan ambos conceptos de manera clara, a diferencia del inglés que sí las tiene, con las ya mencionadas "soundtrack" y "score". Usualmente la banda de sonido y la música incidental del filme solían comercializarse por separado, aunque desde el advenimiento del CD ambas caben en un disco, y pueden ser incluidas juntas.



La música incidental compuesta para tráilers y muchas películas del cine épico y fantástico es llamada por mucha gente música épica; por lo general es música orquestal y mayoritariamente instrumental que puede utilizar una gran gama de instrumentos, y la presencia de coros como característica llamativa. "Música épica" es una forma popular de llamar a la música neoclásica orquestal con influencias del rock, el heavy metal o incluso música electrónica, que es generalmente utilizada para tráilers de películas y bandas sonoras, aunque puede tener más usos, como en los videojuegos o shows de televisión.

Esta música es generalmente producida por compañías de industria musical, algunos de los mayores exponentes son Two Steps from Hell, Audiomachine e Immediate Music, y también por varios compositores como Hans Zimmer. En los comienzos de este género, el fragmento musical tenía como objetivo impresionar, sin mantener mucha conexión con el desarrollo narrativo. Sin embargo, al alcanzar su madurez, se estilizó el género y los números concatenan la historia. Ningún otro género cinematográfico, ni siquiera el western, es tan inequívocamente estadounidense como el musical. El concepto del espectáculo que impera en todos los aspectos de la sociedad de EE. UU. alcanza uno de sus máximos exponentes en el cine y, dentro de él, en las elaboradas coreografías, las melodías inolvidables y las obras maestras que ha dado el musical.

Sirvió no sólo para que el cine alcanzara la madurez técnica al que sacrificaba el star system del cine mudo. Sirvió también para alumbrar un género que hasta entonces técnicamente no existía. En los Estados Unidos de F. Scott Fitzgerald, que casi se vendría abajo con el Crack, se estrenó la primera película sonora (parcialmente) para que las melodías de Cole Porter, George Gershwin o Irving Berlin se trasladaran de las plateas elitistas de las grandes ciudades, a los salones de cine de cualquier pueblo. El cantante de jazz fue el bautizo del género, que llegó e hizo explotar el sonoro, y lo hizo para quedarse.

La industria del cine saludó el éxito entre el público del género, concediendo en 1929 a La melodía de Broadway de Harry Beaumont, el Óscar a la Mejor película, en lo que fue el anticipo de la gran cosecha de musicales de la década de 1930, cuando el género se convirtió, junto al cine negro, en el favorito del público.

Busby Berkeley revolucionó el género al poco de nacer y se puede decir que es el padre del cine musical, dotándolo de un lenguaje cinematográfico que le alejaba del teatro; ahí están como ejemplo The Go Setter o La calle 42. Mientras tanto, RKO Pictures elevaba al estrellato a la pareja formada por Fred Astaire y Ginger Rogers, en una serie de películas (Sombrero de copa, El desfile del amor), que les hicieron un sitio en la historia del cine.

En una década hizo su aparición Gene Kelly (el amo del género: actor, bailarín, coreógrafo, productor y director), y el musical no volvió a ser el mismo. Junto a Stanley Donen, lo llevaron a lo más alto en Un día en Nueva York (1949). Con ellos, los rodajes salieron al exterior y el musical alcanzó la mayoría de edad.

En la década de 1950, el género estaba tan instalado en el gusto del público como el drama o el western, y pasó por su mejor época, con nombres que iban desde Elvis Presley (Viva Las Vegas, King Creole) al trío Frank Sinatra - Bing Crosby - Grace Kelly (Alta sociedad) y teniendo como centro de nuevo a Gene Kelly, el chapoteador de Cantando bajo la lluvia. Otro de los grandes que se asomó al musical, y que se labró gran parte de su reconocimiento con él, fue Vincente Minnelli con Un americano en París y Melodías de Broadway (1953). Minnelli era único en la fusión de comedia y musical.

La década de 1960, vio nacer extraordinarios musicales, entre los que destacan:West Side Story Camelot; Willy Wonka y la fábrica de chocolate; The Sound of Music (1965), con la actuación de Julie Andrews, quien también actuó en Mary Poppins. En la década de 1960, los gustos del espectador fueron cambiando, exigiendo producciones aún más lujosas, más números musicales y repartos estelares que fueron suficientes para impedir que el género fuera decayendo, con títulos como West Side Story, My Fair Lady, Hello, Dolly! y otras. Durante las tres décadas siguientes, el género languideció, abandonado por el público y los grandes estudios, que no financiaron más que proyectos puntuales, y en los que sólo sobresale un nombre, el de Bob Fosse. Sus filmes Cabaret y All That Jazz (1979) son los mejores exponentes del género en la década de 1970.

Mención especial debe hacerse de seis musicales de la misma década: Hair (1979) del director Miloš Forman; Grease (1978), con las actuaciones de Olivia Newton John y John Travolta, Cabaret (1972), con la actuación de Liza Minnelli, A star is born, con las actuaciones de Barbra Streisand y Kris Kristofferson, y Jesucristo Superestrella (1973), que alcanzan un destacado éxito de taquilla y público.

También son interesantes dos ejemplos de Ópera rock: Quadrophenia, de Franc Roddam (Gran Bretaña, 1979), con el grupo británico The Who, o El fantasma del paraiso, de Brian de Palma (1972), con música de Paul Williams, que recrea El fantasma de la ópera, película de Rupert Julian, de 1925. En la década de 1980, la película Annie permitió recordar la grandeza del género. También cabe citar como exponentes del género de la comedia musical la divertida película The Blues Brothers (1980) y su secuela Blues Brothers 2000 (1998) de John Landis, con números musicales de clásicos de la música Jazz, Blues y el Rhythm and Blues y otros géneros adscritos a dichos géneros. Se destaca en esta década también ¿Víctor o Victoria? de Blake Edwards y La tienda de los horrores (1986) de Frank Oz.

En 1996, Madonna y Antonio Banderas protagonizaron Evita. Alan Parker rodó tres en las décadas de 1980 y 1990 Fame, The Commitments, Evita. El director danés Lars von Trier sorprendió a todos con Dancer in the Dark. Las décadas de 1980 y 1990 también vieron renacer el musical con una nueva vertiente: los dibujos animados. En este sentido, los estudios Disney produjeron la que se podría haber considerado la mejor película musical en este formato: La bella y la bestia. Asimismo, produjeron La sirenita. En 1997 la Twenty Century Fox produjo Anastasia.



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