La Opera-Ballet
La ópera-ballet (o ballet á entrées) es un género lírico practicado en Francia en el siglo XVIII, basado en el ballet cortesano.
Traspasando la tragedia lírica, de la que provienen sus principios, la ópera-ballet, es un puro divertimento. Puede componerse de un prólogo (facultativo) y de varios actos (o entrées) en los que las intrigas, generalmente simplificadas, y los sentimientos amorosos son independientes los unos de los otros, pero unidos por un tema común. Un lugar preponderante lo ocupan los intermedios danzados cuyo pretexto se ve reforzado por la acción. Basado en el ballet cortesano, la ópera-ballet se distingue de la tragedia lírica porque reduce al máximo la acción cantada a favor de la danza.
Una de las primeras óperas-ballet fue compuesta por André Campra:
La Europa galante (1689). El éxito de la misma fue copiado por varios autores, el más conocido de ellos Rameau con Las Indias galantes que describían las aventuras amorosas en distintos países exóticos (Turquía, Persia, Imperio inca, América del Norte…) y que constituyeron, a la vez, una de sus obras maestras, con la música más completa en este género. La música es suntuosa. Pero Rameau compuso varias obras más de este género: Les Fêtes d’Hébé, Les Fêtes de Polymnie, Le Temple de la Gloire, Les fêtes de l’Hymen et de l’Amour, Les Surprises de l’Amour.
Louis de Cahusac, el mejor libretista de Rameau y uno de los principales poetas de las óperas-ballet, puso en escena personajes contemporáneos, soslayando a los héroes mitológicos tan apreciados por la tragedia musical. Mezclando comedia y fantasía, diversos decorados y trajes (que se cambiaban en cada entrée), la ópera-ballet es, también, narrativa, y la acción dramática puede, en ocasiones, tomar la forma de verdaderos ballets pantomima.
Hasta casi la segunda mitad del siglo XIX el papel de la música en el ballet era secundario, con el énfasis principal en la danza, mientras que la música era simplemente una compilación de melodías bailable. Escribir "ballet music" solía ser un trabajo para los artesanos musicales, en lugar de para los maestros. Por ejemplo, los críticos del compositor ruso Piotr Ilyich Tchaikovsky mencionaron su escritura de la música del ballet como algo humillante.
Desde los primeros ballets hasta la época de Jean-Baptiste Lully (1632-1687), la música del ballet era indistinguible de la música de baile de salón. Lully creó un estilo que estaba separado, donde la música contaba una historia. El primer ballet de acción se realizó en 1717. Esta fue una historia contada sin palabras. El pionero fue John Weaver (1673-1760). Tanto Lully como Jean-Philippe Rameau escribieron opéra-ballets, donde la historia fue en parte bailada y en parte cantada, pero la música de ballet se hizo gradualmente menos importante. El siguiente gran paso se produjo en los primeros años del siglo XIX, cuando los bailarines principales cambiaron de usar zapatos duros a las bombas de ballet. Esto permitió que se usara un estilo de música más fluido. Marie Taglioni (1804-1884) es reconocida como la primera bailarina en bailar en pointe en La Sylphide en 1832. Ahora era posible tener música que fuera más expresiva. Poco a poco, el baile se hizo más atrevido, con los hombres levantando las bailarinas en el aire.
Hasta el tiempo de Tchaikovsky, el compositor de ballets se consideraba separado del compositor de sinfonías. La música del ballet era un acompañamiento para las danzas del solo y del conjunto. El Lago de los Cisnes de Tchaikovsky fue la primera obra de ballet musical creada por un compositor sinfónico. Siguiendo la iniciativa de Tchaikovsky, los compositores de ballet ya no estaban escribiendo piezas sencillas, fácilmente bailables. El foco de un ballet ya no era solamente el baile; Las composiciones detrás de los bailes comenzaron a tener una prevalencia igual. A finales del siglo XIX, Marius Petipa, coreógrafo y bailarín de ballet francés, trabajó con compositores como Cesare Pugni para crear obras maestras de ballet que se jactaban tanto de una danza compleja como de una música compleja.
Petipa trabajó también con Tchaikovsky, ya sea a través de la colaboración con Tchaikovsky en su obra The Sleeping Beauty y The Nutcracker, o indirectamente a través de la revisión del lago Swan de Tchaikovsky después de la muerte del compositor.
En muchos casos los ballets seguían siendo escenas cortas dentro de óperas, para permitir el paisaje o los cambios del traje. Tal vez el ejemplo más conocido de la música de ballet que forma parte de una ópera es la Danza de las Horas de la ópera La Gioconda de Amilcare Ponchielli (1876). Hubo un cambio violento en el estado de ánimo cuando se interpretó el ballet de Igor Stravinsky El rito de la primavera (1913). La música era modernista y disonante, y los movimientos eran muy estilizados. En 1924, George Antheil escribió Ballet Mécanique, que en realidad era una película de objetos en movimiento, no para bailarines, pero fue pionero en el uso de la música de jazz. Desde este punto la música de la danza se dividió en dos direcciones: la danza moderna y el jazz. George Gershwin intentó colmar esta brecha con su ambiciosa partitura de la película Shall We Dance (1937), componiendo más de una hora de música que abarcó desde el cerebro y la técnica hasta el jazz y la rumba. Una escena, Ballet de Hoctor, fue compuesta específicamente para la bailarina Harriet Hoctor.
Otro hilo en la historia de la música de ballet es la tendencia hacia las adaptaciones creativas de la música antigua. Ottorino Respighi tomó las obras de Gioachino Rossini (1792-1868) y las unió en un ballet llamado La Boutique fantasque, estrenado en 1919. La audiencia de ballet generalmente prefiere la música romántica, así que los nuevos ballets se confeccionan de viejas obras con Nueva coreografía. Un ejemplo bien conocido es The Dream to the music de Felix Mendelssohn, arreglado por John Lanchbery.
La Música de baile es música específicamente compuesta para facilitar o acompañar el baile. Puede ser cualquier pieza musical completa o parte de un arreglo musical más grande. Desde las últimas décadas del siglo XX la música de baile se asocia normalmente a la música con ritmo y acordes especialmente concebidos para bailar y que es generalmente denominada música dance o similar. Las músicas de baile tradicional y clásica suelen llevar el nombre de su danza correspondiente y a menudo es difícil saber si el nombre de la música llegó primero o el nombre del baile. Algunos géneros musicales tienen una forma de danza en paralelo, como la música barroca con la danza barroca, mientras que otros, como la música clásica y ballet clásico, se han desarrollado por separado. Hay ocasiones en que se crea una coreografía a partir de un tema musical que inicialmente no fue concebido para bailar por lo que el género de música utilizada en la danza no necesariamente llevará el mismo estilo.
El baile o danza ha ido evolucionando en muchos estilos, desde la música para ballet, hasta la música electrónica de baile. Las definiciones que constituyen a cada estilo dependen de factores sociales, culturales, estéticos, artísticos y morales, así como también del rango de instrumentos utilizados (como la música folclórica) hasta las composiciones más complejas (como en el ballet). Toda la música de baile, no importa el estilo, tiene algo en común, ya que en la mayor parte de los casos implica tener el ritmo, armonía y melodía necesarios para complementar los movimientos del cuerpo así como la expresividad deseada del conjunto.
Principalmente llevan elementos armoniosos y suaves:
- Ballet
- Danza Medieval, Barroca, Renacentista
- Danza contemporánea
- Ballet contemporáneo
Se cree que el ballet comenzó como un instrumento de comunicación con la naturaleza. Desde la prehistoria el ser humano ha tenido la necesidad de comunicarse corporalmente, con movimientos que expresaban sentimientos y estados de ánimo. Estos primeros movimientos rítmicos sirvieron igualmente para ritualizar acontecimientos importantes (nacimientos, defunciones, bodas). En principio, la danza tenía un componente ritual, celebrada en ceremonias de fecundidad, caza o guerra, o de diversa índole religiosa, donde aparece la música con rudimentarios objetos (huesos, cañas, troncos, conchas...) para producir sonidos.
Hay constancia de que hacia el 3000 a. C. en Sumeria ya contaban con instrumentos de percusión y cuerda (lira y arpa). En las primeras civilizaciones como en Egipto2 o en Mesopotamia ya se contaba con variedad de instrumentos destacando el arpa y el oboe doble. De hecho la expresión musical de Mesopotamia es considerada origen de la cultura musical occidental.
En la Antigua Grecia, la música se vio influida por todas las civilizaciones que la rodeaban, como la mesopotámica, etrusca, egipcia o incluso las indoeuropeas, y fueron de importante influencia tanto en sus músicas como en sus instrumentos. Hay manifestaciones pictóricas que así lo manifiestan,3 por ejemplo jarrones griegos Antiguos con bailarines acompañados por músicos.
A partir de la fundación de Roma sucede un hito musical, los ludiones. Estos eran unos actores de origen etrusco que bailaban al ritmo de la tibia (una especie de aulós). Los romanos imitan estos artes y añaden el elemento de la música vocal. Ninguna música de este estilo ha llegado hasta nosotros salvo un pequeño fragmento de una comedia de Terencio. Cuando Roma conquistó Grecia ambas culturas se fundieron, pero Roma no aportó nada a la música griega. Habitualmente se utilizaba la música en las grandes fiestas. La función principal de los instrumentos en la Antigüedad era la de acompañar a la danza, al canto y a la poesía. Hasta el siglo V (D.C.), comienzo de la Edad media es muy raro encontrar a los instrumentos como solistas. La música instrumental de esta época se orienta hacia melodías equilibradas y limpias y una armonía sencilla de fácil comprensión.
En un principio seguían boailándose las mismas piezas que en el Barroco salvo la inclusión de la contradanza hasta que la burguesía pasa a adquirir un papel importante y aparece el vals en la alta sociedad, refinando sus movimientos originales de varios siglos atrás de las zonas rurales y burguesas. Es la mayor revolución de toda la historia de los bailes pues el hombre abraza a la mujer por la cintura y bailan ambos frente a frente, en posición cerrada, algo jamás visto entre gente "educada" hasta entonces. En la América colonial, la música popular ya desde finales del siglo XVIII comenzó a mostrar signos de la formación de un sonido característico con gran influencia africana y, particularmente en España, primero el Fandango y posteriormente el Flamenco. El Ballet continua siendo el baile principal de los salones de baile, aunque hacia mitad de siglo derivando de formas más antiguas o de otras danzas anteriores se ponen de moda nuevos bailes como la barcarola, la mazurca, la polca, la escocesa del que deriva el Chotis, balada, la polonesa, el cancán y la cuadrilla (una variante de la contradanza).
En Cuba aparecen la habanera, el bolero y , más avanzado el siglo, el danzón.
Por otra parte, se hacen composiciones especiales para ballet con música ligera, decorativa, rítmicamente clara y con una variedad casi ilimitada de contagiosas melodías contenidas en sus partituras, incluidos los valses y con frecuencia se utiliza el Leitmotiv. El cambio de las costumbres y del gusto a fines del siglo XIX dieron paso a la nueva concepción de música de baile más acorde con el concepto actual.
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