domingo, 7 de mayo de 2017

El Vallenato


El Vallenato



El vallenato o música vallenata es un género musical autóctono de la Costa Caribe colombiana con epicentro en la antigua provincia de Padilla (actuales sur de La Guajira, norte del Cesar y oriente del Magdalena) y presencia ancestral en la región sabanera de los departamentos de Bolívar, Sucre y Córdoba. Tiene notable influencia de la inmigración europea, ya que el acordeón fue traído por pobladores alemanes a Riohacha, La Guajira, a finales del siglo XIX, y tanto la organización estrófica como la métrica se valen de la tradición española; por otra parte, el componente de los esclavos afrocolombianos hace presencia con la caja vallenata, una especie de tambor que en gran medida le da el ritmo a la melodía del acordeón, y por último lo indígena se evidencia con la guacharaca. 

Su popularidad se ha extendido hoy a todas las regiones de Colombia, a países vecinos como Ecuador, Panamá y Venezuela, y a más alejados como Argentina, México y Paraguay. Se interpreta tradicionalmente con tres instrumentos: el acordeón diatónico, la guacharaca y la caja vallenata. Los ritmos o aires musicales del vallenato son el paseo, el merengue, la puya, el son y la tambora. El vallenato también se interpreta con guitarra y con la instrumentación de la cumbia en cumbiambas y grupos de millo. 

El 29 de noviembre de 2013, el vallenato tradicional fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Consejo Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura. El 1 de diciembre de 2015 fue incluido en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en la lista de salvaguardia urgente por la Unesco.

Las melodías de estos cantos se interpretaron primero con la flauta de caña de millo o carrizo, abierta en sus dos extremos con cuatro orificios en su longitud y una lengüeta que forma la embocadura y pisa un hilo, sostenido por los dientes, para modular el sonido; a ella se sumaron la caja, tambor pequeño hecho artesanalmente del tronco hueco de los árboles secos y sellado en uno de sus extremos con un pedazo de cuero templado, y la guacharaca, instrumento ancestral indígena que se fabrica utilizando un pedazo de cañabrava a la que se le hacen pequeñas ranuras sucesivas para producir un sonido raspativo al ser frotadas con un hueso (originalmente).

A finales del siglo XIX, décadas después de su invención, el acordeón llegó a Colombia por el puerto de Riohacha; los vaqueros y campesinos lo incorporaron a sus expresiones musicales, y paulatinamente fue sustituyendo al carrizo hasta convertirse en el instrumento principal del conjunto típico de música vallenata.

Además de estos tres instrumentos, caja, guacharaca y acordeón, que representan la trietnia que dio origen a la raza y cultura de la Costa Caribe colombiana, el conjunto típico vallenato presenta un cuarto elemento básico que es el cantante, de más o menos reciente incorporación a raíz de los festivales vallenatos, ya que hasta los años 1960 la costumbre era que el acordeonero llevaba la voz cantante e interpretara él mismo la letra de las canciones que tocaba.

El vallenato o la música vallenata hace parte de la música folclórica de la Costa Caribe colombiana. Es el ritmo musical colombiano que ha alcanzado más popularidad, tanto a nivel nacional como internacional.

Lo que hace característico al vallenato tradicional es ser interpretado sólo con tres instrumentos que no requieren de amplificación alguna: dos de percusión (la caja y la guacharaca), que marcan el ritmo, y el acordeón diatónico (de origen europeo) con el que se interpreta la melodía. No obstante, en algunas ocasiones las canciones se componen o interpretan con otros instrumentos: la guitarra, la flauta, la gaita, el acordeón cromático y la armónica. Por otra parte, para el vallenato comercial es común no sólo la incorporación de estos instrumentos, sino también del bajo eléctrico y otros de percusión, como las congas y los timbales.

La importancia que adquirió el vallenato en las últimas décadas del siglo XX llevó a la organización de festivales en los que los acordeoneros compiten por el honor de ser declarado el más hábil ejecutor de cada uno de los aires tradicionales (a excepción, inexplicablemente, de la tambora). El más célebre de estos festivales es el Festival de la Leyenda Vallenata, que se celebra anualmente a fines de abril en Valledupar, y cuya primera versión se disputó en 1968. Desde 1987, el Festival Cuna de Acordeones de Villanueva, Guajira, se ha convertido en el segundo de mayor importancia.

En el vallenato el modo de uso del acordeón diatónico requiere usar simultáneamente ambos lados del acordeón. Lo anterior caracteriza al acordeonero colombiano y diferencia al vallenato de los otros géneros musicales con acordeón, donde generalmente se suprime o subutiliza la parte de los bajos (ejecutados con la mano izquierda): En Colombia, la forma armónica y rítmica con que el acordeonero maneja los bajos es un factor relevante de calificación en los festivales vallenatos. El vallenato nace en una vasta región enmarcada por los ríos Magdalena, Cesar y Ranchería, el mar Caribe, la Sierra Nevada de Santa Marta y las estribaciones de la serranía del Perijá, hace más de doscientos años. Los cantos de vaquería con que los peones de las grandes haciendas acompañaban sus jornadas vespertinas para recoger y encerrar el ganado, fueron la base de lo que más tarde se convertiría en las historias cantadas que derivaron en las canciones vallenatas.

Los primeros acordeoneros de que se tiene memoria fueron a la vez autores de los cantos que interpretaban; cantos que ya tenían una clara diferencia rítmica y una estructura musical propia que les valieron ser clasificados como paseos, merengues, puyas, tamboras y sones. Entonces no había, como hoy, una persona especializada únicamente en componer el canto, otra en ejecutar la melodía en el acordeón y una tercera que los cantara. El acordeonero era un músico integral que con igual destreza hacía sonar el acordeón como interpretaba cantos de su propia inspiración o, en ocasiones, de un tercero. Y hechos los primeros cantos, los acordeoneros se convirtieron en correos cantados, en periodistas musicales, juglares, que iban de pueblo en pueblo y de vereda en vereda llevando la información de los últimos sucesos narrados en los merengues, paseos, puyas, sones y tamboras que cantaban cuando se reunían a descansar y, en ocasiones especiales, a bailar en cumbiambas que se formaban con motivo de las fiestas patronales, entre otras ocasiones.

Musicalmente hablando, el merengue vallenato tradicional tiene una cuadratura de compás de seis por ocho, un compás derivado, ya que los compases originales son el de cuatro tiempos, el de tres y el de dos.

Al igual que la puya el merengue fue de los primeros ritmos en ser tocados con acordeón e igualmente su auge se dio en los primeros años del presente siglo. Sus mayores exponentes fueron Chico Bolaños, Octavio Mendoza y Chico Sarmiento.

En lo que a las letras se refiere son muy pocas las veces en que son románticas; la misma naturaleza del ritmo se presta muy poco para ello. La gran mayoría de los merengues describen situaciones vividas por el compositor o simplemente son dedicados a un amigo. Los merengues de ahora no tienen temas específicos, casi siempre son compuestos para el jolgorio del pueblo. En el aspecto comercial el merengue, junto con el paseo es el que más se graba y se vende, aunque en los últimos trabajos discográficos, en promedio por cada cuatro paseos hay un merengue.

El son vallenato tiene una cuadratura de compás de dos por cuatro. Una característica esencial en la ejecución de este aire es la prominente utilización de los bajos del acordeón en la interpretación de cada pieza, tanto que los bajos pueden ser más notorios que la misma melodía emitida por el teclado, principalmente en los acordeoneros de las nuevas generaciones.

El son tiene una marcación en los bajos de uno por uno muy marcada, sobre todo en intérpretes sabaneros o de influencia bajera – viejo Bolívar -; a diferencia de los acordeoneros de la provincia, quienes interpretan el son más fluido, menos marcado, más sutil y le dan una marcación de bajo de uno por dos y de dos por uno, en ocasiones. Como el paseo, los sones son una especie de crónica en donde la singular narrativa del cantor deja plasmados los acontecimientos de su existencia, particularmente en esta especie se representan dramas nostálgicos que han constituido parte importante en la vida del autor. La tambora es un ritmo que tiende a desaparecer. Tomó denominación femenina debido al predominio de voces de mujeres cuando estos aires eran solo cantados.

Unas son politemáticas, en las que cada verso expresa una circunstancia diferente a la del otro, pero existe uno que es constante. Algunas tienen la particularidad de intercalar el inmodificable verso fijo cada dos versos, y otras mantienen la unidad de escritura de un tema, pero sin tener en cuenta concordancia y armonía en las frases poéticas. En general, todas tienen condición satírica, lograda en la descoordinación que resalta más el contraste. Todavía existen algunas puramente instrumentales, interpretadas únicamente con tambores. De ahí su designación.

Ejemplos de tamboras: "La candela viva" (de Alejandro Durán), "Mi compadre se cayó", "La perra".

La tambora tradicional es de conformación triétnica (negro, blanco, indio) y que su entorno geográfico está centrado a orillas del río Grande de la Magdalena en la sub-región denominada Depresión Momposina. Los pueblos del departamento del Cesar que han tenido la tambora como identidad cultural son, entre otros: Tamalameque, La Gloria, Gamarra, Chimichagua, Chiriguaná, El Paso. Los instrumentos de la tambora tradicional son: la tambora, instrumento bimembranófono que se ejecuta con dos "mambacos" o baquetas y el guache, acompañado de palmas. En este ritmo una voz versea (la cantadora o cantador) y un coro de voces responden un estribillo, ya que es un canto responsorial. La tambora tradicional consta de cuatro aires: la tambora ("La candela viva", "La perra"), la guacherna ("La zaragozana"), el chandé ("Vamos a bailar chandé") y el berroche ("El Negro").

En el municipio de Tamalameque se realiza en el mes de diciembre el Festival Nacional de la Tambora y la Guacherna, donde se dan cita los mejores exponentes de este folclor de resistencia.

Antecedido de una gran polémica en el mundo vallenato, un quinto aire para concurso fue institucionalizado en Villanueva durante la versión 29 del Festival Cuna de Acordeones de 2007. El llamado "quinto aire" fue bautizado como "Romanza Vallenata", en este mismo festival en el año 2006, y fue aceptado como tal con el respaldo de autoridades del vallenato como Rafael Escalona, Francisco Zumaqué, Hernán Urbina Joiro, Rosendo Romero y el expresidente Alfonso López Michelsen.

De esta manera se aceptó que el llamado "paseo" que comercialmente se escucha hoy, lo dejó de ser hace algún tiempo. Así como en su momento del "son" surgió el "paseo"[cita requerida], hoy surge un nuevo aire de este. Las romanzas vallenatas, por su carácter lírico o poético, son un canto al amor, al desamor, al perdón y a la mujer, distinto del paseo clásico que se interpreta en los festivales, por eso se decidió darle un espacio en ellos. Además, se tuvo en cuenta que este aire ha sido motor trascendental para la internacionalización del vallenato. Este aire, hijo del paseo,[cita requerida] adquirió independencia gracias a su aceptación mundial y después de voces en contrario que no admiten la evolución del género musical. Igualmente no se determina esta denominación como un ritmo oficial vallenato.





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